viernes, 30 de agosto de 2013

Y el problema no está ni en los obstáculos ni en la condiciones, está en ti, y creo que también en mi.

Siete y media de la tarde. Oscuridad. Cristales empañados. Desde mi mesa veo a través de los grandes ventanales la calle y como la gente corre intentando no resbalarse debajo de la lluvia. Hace frío, aunque el frió de fuera no es nada comparado con el viento glacial que reina en mi interior desde que tu ya no estás. Veo niños, niños felices que van de la mano de sus jóvenes madres, saliendo de los grandes almacenes. También veo parejas de ancianos cargados de bolsas, seguramente llenas de regalos para sus grandes familias. Hombre que llevan arboles de navidad, ¡Ay, estos hombres y su costumbre de hacer todo a última hora!, seguro que los únicos que les esperan en casa son su mascota hambrienta y la capa de polvo encima del televisor. Autobuses que paran y vuelven a ponerse en marcha, personas que suben o bajan. Adolescentes demasiado poco abrigados para el gusto de sus madres, madres demasiado controladoras para el gusto de sus hijos. Es 22 de diciembre, y hoy el mundo sonríe un poco mas que ayer. ¡Y como para no hacerlo! Son vacaciones y está nevando.

A mi mesa llega el olor a café y cigarrillo del tío con barba y traje gris que acaba de entrar por la puerta. Puedo escuchar como en la barra, detrás mía  alguien se queja y le pide al camarero arrastrando las palabras un chupito de tequila más. "La cuenta. ¡Camarero, la cuenta por favor!" grita la mujer de la mesa de la derecha, por su cara cualquiera diría que se acaba de acordar de que tenia que recoger a sus hijos de la guardería horas atrás. Alguien enciende la iluminación navideña del local y de pronto parece que estoy en medio de un cuento envuelta en mi jersey gris dos tallas mas grandes y mis pitillos azul marinos.

No sé como he acabado en este bar, ni en este barrio de familias tan felices y gente con un presente demasiado ajetreado como para andar pensando en el pasado. Creo que se encadeno todo tanto que yo ya no tenia ni fuerzas ni ganas para luchar contra la corriente. Puede que haya sido cosa de casualidades, coincidencias, destino, pero a causa de la lluvia, un tío que tenia tu mismo nombre, nuestra canción en aleatorio cuando estaba calándome hasta los huesos y que en la puerta pusiera "Cubatas a 1 euro. Entra y recuerda el verano" terminé sentada en esta silla bebiendo té de menta. ¡Y ni siquiera me gusta la menta! Para colmo este local es el numero cuatro de la calle. Cuatro. ¡Cuatro! Cuatro meses desde que un tren y una triste despedida te arrancaron de mi vida.

 Señorita, disculpe. ¿Desea algo más?
— No, gracias.
— Hoy tenemos una oferta especial . Cubatas por un euro para...
— Sí, ya lo sé, para recordar el verano. ¿No le parece a usted que es bastante ridículo lo que le están ofreciendo a sus clientes?
— ¿Cubatas a un euro? Sí, bueno, es como un regalo de Navidad. Tenemos esa promoción todas las vacaciones y...
— No, no, me refiero a que ofrecen alcohol para recordar.
— ¿No le gusta el anuncio, señorita?
— No me gusta que se refieran al alcohol como algo que les traerá a sus clientes el recuerdo de una época feliz. Las épocas felices no se olvidan. Y que yo sepa el alcohol entumece la mente, no la aclara.
— Tiene usted razón. Creo que cambiaré la palabra "recordar" por "saborear". ¡Cubatas a un euro. Entra y saborea el verano! ¿Mejor?
— Pasable.
— ¿Entonces no desea nada?
— Gracias, no.
— Vale. Que tenga una agradable tarde.

En realidad si que deseo algo. Te deseo a ti, aquí y ahora. Deseo beber cubatas contigo sentados en el sofá rojo de la esquina, deseo recordar y saborear el verano mientras observamos el paso de la vida cotidiana, deseo verte y volver a perderme en tu mirada, deseo volver a esa noche que te conocí, deseo tener la oportunidad de reírme contigo. Te deseo a ti, nos deseo a nosotros. Deseo matar al tiempo que hizo cortas las horas que pasé a tu lado. Y lo peor es que no hubieron promesas, ni flores, ni corazones. No existieron los nosotros, tan solo un tu y un yo que se unieron en un juntos por un tiempo. No me prometiste llamadas, ni mensajes de buenas noches, ni me dijiste que nos volveríamos a ver, y ni siquiera pronunciaste un "te echaré de menos" cuando vine a despedirme de ti a las seis de la madrugada.

Soy como el perro que sigue esperando a su dueño cuando este lo ha abandonado atado a una farola en medio de un caluroso agosto y le ha dado a entender que nunca volverá a por él.

A veces me pregunto que seria de mi vida si no nos hubiéramos conocido. Seguro que no estaría sentada en este bar hablando con camareros estúpidos, tampoco te habría escrito veinte y dos cartas sin ni siquiera saber a donde enviarlas, no me habría pasado noches en vela imaginando como seria nuestro reencuentro, ni estaría desando celebrar el año nuevo contigo por eso de "Con quien celebres el año, con el lo pasarás". Sería más feliz, sí. O mas vacía.

Algunas mañanas me levanto con ganas de gritarle al mundo que te echo de menos, otras de hundirme en el pasado. Estoy anclada, al pasado y a ti. A ese verano. A esas noches que fueron felices. Te necesito, joder, como te necesito. ¡Como me gustaría ser un poco mas parecida a ti! Y que no me importes. Como me gustaría ser menos frágil, ilusa, ser menos yo.

Dicen que para dejar a alguien ir tienes que aceptar que ha llegado el final. Saber poner poner un punto y final donde estás deseando poner uno y aparte. Aprender a pasar página, cerrar libro, empezar de cero. Decir adiós y gracias, no hasta luego. Uf, ¡que fácil sería todo si las cosas del corazón serian tan sencillas como las de la cabeza!

Pero yo hoy no quiero que lo sean. Prefiero seguir bebiendo esté asqueroso té mientras que me recuerdo que debería dejarme olvidarte, y dejar de esperarte. Que ya no vas a volver. Pero, ¿sabes? A veces pienso que tu también me esperas, lejos, e incluso me temo que a veces, mientras estás solo tumbado en tu cama por la noche, o cuando oyes nuestra canción en la radio, o al conocer a una chica que lleva mi mismo nombre, sonríes, sonríes al mismo tiempo que yo. Por lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario